¿Qué premio estás tratando de ganar?
- Juan P. Lema

- 28 ago
- 4 Min. de lectura
Si por tu manejo del tiempo pareciera que estás tratando de ganar un premio que ni siquiera existe, debes poner en práctica estas cuatro reglas para lograr un mayor balance de vida.

¿Alguna vez te has sentido agotado pero orgulloso porque “lograste hacerlo todo”? ¿Te has encontrado diciendo “sí” a cosas que no querías hacer, solo para que nadie piense que no puedes con todo?
A mí también me ha pasado. Y más veces de las que me gustaría admitir. Hace poco leí una frase que me dejó pensando durante días: "¿Qué premio estás tratando de ganar que no existe?"
Fue como una daga que me llegó directo al corazón. Porque, si lo piensas bien, ¿cuántas veces nos hemos esforzado por cumplir con estándares que nadie nos ha pedido?
El premio a la persona que más trabaja sin descansar.
El premio a la que nunca se equivoca.
El premio al papá o la mamá que nunca pide ayuda.
El premio a la agenda más llena del planeta.
Y si existiera una estantería para todos esos trofeos imaginarios, muchos de nosotros necesitaríamos una nueva cada mes y almacenes como IKEA estarían felices. Pero nosotros no. Entonces… ¿por qué lo hacemos?
La trampa del reconocimiento invisible
Muchas veces no estamos actuando desde la ambición, sino desde el miedo. Miedo a que crean que no somos lo suficientemente buenos. Miedo a que piensen que no podemos con todo. Miedo a que nos vean como frágiles, flojos o poco comprometidos. Y entonces, para compensar ese miedo, corremos en la dirección opuesta:
Trabajamos más horas de las necesarias, para que nadie dude de nuestra entrega.
Decimos “sí” a todo, para que nos vean como confiables.
No pedimos ayuda, para que no piensen que no sabemos.
Vivimos ocupados, porque estar ocupados nos hace sentir importantes y productivos (aunque estemos al borde del colapso).
El problema es que estamos actuando para un jurado que no existe. Y en esa carrera, el premio tampoco existe. Pero el cansancio sí. La frustración también. Y el tiempo que no volvemos a tener con nuestros hijos, pareja o amigos… ese no se recupera.
¿Cuál es tu premio imaginario?
Antes de darte herramientas prácticas, te propongo un reto simple pero poderoso: Nombra el premio irreal que tú has estado tratando de ganar.
Hazlo con honestidad. Escríbelo si puedes. Algunos ejemplos reales que han salido en nuestros talleres:
“La mamá que nunca se cansa”.
“El empleado que siempre está disponible”.
“El jefe que no necesita vacaciones”.
“La persona que puede con todo”.
Ahora pregúntate: ¿Qué miedo me está llevando a perseguir ese premio?
Tal vez es el miedo a decepcionar. O a sentirte reemplazable. O a no ser suficiente. O a perder tu trabajo. Ponerle nombre a eso es el primer paso para dejar de actuar en automático en tu manejo del tiempo.
¿Cómo salir de la trampa?
Aquí te comparto cuatro técnicas simples y reales que enseño en nuestros cursos y talleres, y que tú también puedes empezar a aplicar desde hoy para sentir que tienes un mayor control sobre tu tiempo:
1. La regla del “sí consciente”
Antes de decir “sí” a algo, hazte tres preguntas rápidas:
¿Tengo el tiempo?
¿Tengo la energía?
¿Quiero hacerlo?
Si respondes “no” a dos o más de estas preguntas es porque seguramente deberías decir “no”. Y está bien. Decir “no” no te hace menos capaz. Te hace más honesto.
Ejemplo real: Paula, una clienta nuestra, empezó a usar esta regla y dejó de ofrecerse por costumbre a organizar los cumpleaños del equipo en la oficina. Resultado: menos estrés, más tiempo para ella, y nadie se molestó (de hecho, otro compañero felizmente tomó la batuta).
2. Microdescansos intencionales
No necesitas un retiro espiritual en la montaña para descansar. A veces, 5 minutos de pausa consciente hacen más que una hora frente al televisor.
Pon una alarma al menos tres veces al día para hacer una pausa real: caminar, estirar, respirar, tomar agua sin mirar el celular. O mejor aún, pon en práctica la técnica Pomodoro para trabajar. Esto entrena tu mente a reconocer que no necesitas estar haciendo algo útil cada segundo del día.
3. Cambia el “tengo” por el “elijo”
Este es un truco de lenguaje que cambia tu perspectiva:
En vez de decir “tengo que responder este correo ahora mismo”, di “elijo responder este correo porque…”
En vez de decir “tengo que cocinar para todos”, di “elijo cocinar hoy porque me importa…”
No todo lo que haces te gusta, pero reconocer que lo eliges te devuelve el poder. Te saca del modo víctima y te pone en modo protagonista. Ademas, ten presente que cuando alguna actividad la expresamos antecedida por la palabra “tengo”, es un síntoma claro de incomodidad que nos activa el modo procrastinación.
4. Haz una revisión de trofeos semanal
Cada viernes (o el día que prefieras), toma cinco minutos para revisar:
¿Qué hice esta semana solo para cumplir con expectativas ajenas o imaginadas?
¿En qué momentos actué desde el miedo o desde la necesidad de aprobación?
¿Qué haré diferente la próxima semana?
Este pequeño hábito te permite reconectar contigo y tomar decisiones más alineadas con lo que realmente te importa.
Porque lo importante no es ganar… es vivir con intención. La mayoría de personas que vienen a nuestros talleres llegan con la sensación de que “el tiempo no les alcanza”. Pero lo que descubrimos juntos es que el problema no es el tiempo, sino todo lo que estamos metiendo en él para cumplir con estándares que ni siquiera son nuestros.
Y cuando dejamos de actuar para ese jurado invisible, empezamos a vivir desde un lugar de autenticidad. Con menos culpa, menos carga, y más propósito.
Escribe en los comentarios, qué premio estás tratando de ganar o comparte el artículo con alguien que necesite leer esto hoy. Y si quieres profundizar en estas herramientas, ponte en contacto con nosotros o conoce nuestros programas de formación para equipos.
Porque vivir con intención no es un lujo. Es una decisión. Y puedes empezar hoy.




Comentarios