Cambiar de silla para ser más productivo
- Juan P. Lema

- 6 nov
- 4 Min. de lectura
La productividad es contagiosa y tu entorno influye en ella más de lo que imaginas. Descubre en este artículo si lo que necesitas es cambiar de silla para ser más productivo.

¿Alguna vez has sentido que trabajar junto a alguien muy enfocado te ayuda a concentrarte más y a terminar más tareas? ¿O que después de una reunión con alguien muy motivado, tú también sales lleno de energía para actuar? Pues no es una ilusión. Es ciencia. La productividad es contagiosa.
Un estudio de la Universidad Northwestern demostró que el desempeño laboral puede verse fuertemente influenciado por las personas con las que compartimos espacio físico. De hecho, sentarse cerca de un compañero de trabajo altamente productivo puede incrementar tu rendimiento hasta en un 15%.
Sí, leíste bien. Un 15% más solo por estar cerca de alguien que trabaja bien. Pero aquí también viene la advertencia: lo contrario también aplica. Si te sientas cerca de alguien improductivo o tóxico, tu rendimiento puede caer… y fuerte.
El poder de la proximidad
Este estudio, publicado por la Kellogg School of Management, observó cómo los niveles de productividad pueden ser “contagiados” por cercanía. Se analizaron datos de más de 2.000 empleados, y los resultados fueron contundentes: los trabajadores que se ubicaban cerca de compañeros de alto desempeño mejoraban su propia productividad, especialmente si podían verlos y escucharlos trabajar.
Esto sucede porque las personas imitamos comportamientos, a menudo de forma inconsciente. Cuando vemos a alguien concentrado, eficiente, resolutivo, nos sentimos motivados a hacer lo mismo. En cambio, si estamos rodeados de quejas, distracciones y postergaciones, terminamos cayendo en esas mismas dinámicas.
La productividad no es solo una cuestión personal. Es también un fenómeno social.
Cómo aprovechar este efecto a tu favor
Entonces, ¿cómo puedes usar esta información para mejorar tu productividad en la vida real? Aquí van algunas estrategias prácticas:
En la oficina:
Elige bien tu asiento: Si tienes libertad para elegir dónde trabajar, escoge estar cerca de las personas que admiras por su enfoque y rendimiento.
Observa y aprende: Pregúntate qué hábitos tienen los más productivos: ¿Cómo organizan su día? ¿Cómo gestionan las interrupciones? ¿Qué herramientas usan?
Haz equipo con los enfocados: Propón trabajar con quienes te inspiran profesionalmente. Incluso un pequeño proyecto en conjunto puede ayudarte a elevar tu nivel.
En cafés y en espacios de coworking:
Rodéate de energía productiva: Busca sentarte donde veas que las personas están concentradas. La atención es contagiosa.
Activa la energía colectiva: Usa audífonos para señalar que estás en modo trabajo, pero también conecta con otros que compartan esa misma mentalidad.
Cuando trabajas desde casa:
Recrea la cercanía: Si trabajas remoto, crea sesiones de co-trabajo por Teams o Google Meet. Estar conectado mientras cada quien trabaja en lo suyo genera un efecto de “presencia” que ayuda a mantener el enfoque.
Crea tu comunidad productiva: Usa grupos de WhatsApp o Discord para reportar avances, pedir apoyo o simplemente compartir logros diarios. La rendición de cuentas genera impulso.
VE MÁS ALLÁ DEL TRABAJO
Aunque el estudio se centró en cambiar de silla para ser más productivo en entornos laborales, el principio aplica en muchas otras áreas de la vida. Piensa en esto:
¿Quieres leer más? Rodéate de personas que leen y comentan libros o únete a un club de lectura.
¿Quieres comer más sano? Come en compañía de quienes ya tienen ese hábito, bien sea por cantidad o por tipo de alimentación.
¿Quieres ejercitarte? Entrena cerca del más disciplinado del gimnasio o busca un compañero con quien hacer ejercicio.
La clave está en que nuestro entorno es como un espejo: refleja y amplifica nuestros propios comportamientos. Si estás en un entorno de crecimiento, tú creces. Si estás en uno que te limita, te estancas.
Aunque no siempre tenemos el lujo de elegir a nuestros compañeros de oficina o vecinos de escritorio, el poder de cambiar tu entorno está en ti. Así que incluso en esos casos, puedes crear tu propio ecosistema productivo. Aquí algunas ideas:
Identifica tus aliados: Busca a uno o dos compañeros que compartan tu deseo de ser más productivo. Hagan acuerdos simples, como comenzar el día con una reunión corta o compartir metas semanales.
Diseña tu entorno físico: Ordena tu espacio de trabajo, elimina distracciones visibles, y ten a la mano lo necesario para entrar en modo acción.
Filtra tu entorno digital: Sigue en las redes sociales cuentas que te inspiren, bloquea notificaciones innecesarias, y limita el consumo de contenido pasivo o negativo.
Estar cerca no siempre es físico. También puede ser emocional o digital.
Finalmente, recuerda que la productividad no es solo una cuestión de herramientas o técnicas (aunque ayudan mucho). Es también, y sobre todo, una cuestión de energía. Y tu energía depende de con quién compartes tu tiempo y espacio.
Elige con cuidado. Rodéate de personas que te impulsen. Apóyate en quienes te inspiran. Haz acuerdos con quienes, como tú, quieren lograr más en menos tiempo y vivir con menos estrés.
Porque sí: la productividad es contagiosa. Y tú decides qué tipo de energía quieres recibir y transmitir.
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