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  • Foto del escritorJuan P. Lema

Cuál es el momento perfecto

El momento perfecto para hacer algo no existe y nunca existirá. Es por esto que debemos establecernos un plan de acción que nos ayude a hacerlo poco a poco, día a día.

En diversas ocasiones he escuchado a muchas personas decir que están esperando el momento perfecto para hacer algo. El momento perfecto para tener un hijo y no obstaculizar su carrera profesional. El momento perfecto para cambiarse de trabajo y no mostrar mucha inestabilidad en su hoja de vida. El momento perfecto para empezar a hacer dieta y no perderse la comida de la celebración de su cumpleaños. El momento perfecto para renunciar y dedicarse a su emprendimiento. El momento perfecto para tomar un tiempo sabático o emprender un viaje y no afectar un proyecto en el que está trabajando. Hasta el momento perfecto para pedir vacaciones y no interferir con los procesos del área.

Sin embargo, el problema es que el momento perfecto no existe. O al menos el momento 100% perfecto para hacer algo. Por ello es que nos pasamos la mayoría del tiempo esperando este tal momento perfecto y finalmente no empezamos a hacer nada. Aplazamos las cosas una y otra vez y terminamos procrastinando aquello que queremos lograr.

Obviamente que hay momentos mejores que otros para hacer algunas cosas. Sin embargo el momento perfecto, en el que todo esté controlado, en el que podamos sentir que nada va a resultar afectado o impactado por nuestras decisiones o por el cambio que estamos emprendiendo, nunca va a llegar. Y realmente no existe. Siempre habrá algo, incluso hasta una cosa muy pequeña que haga que cada momento deje de ser el momento perfecto.


“El momento perfecto es ahora.”

¿Entonces qué puedes hacer? Empieza a hacer ahora mismo aquello que quieres, pues si no existe ese tan anhelado momento perfecto para hacerlo, el mejor momento para hacerlo es hoy. Empieza ahora mismo a tomar control de tu vida y a actuar para conseguir esas metas que quieres. No esperes a que la vida se te pase sin alcanzar tus sueños.

Y aunque sé que esta realidad puede parecer un poco aterradora, te compartiré a continuación una serie de acciones que puedes y deberías implementar para que estas transiciones y, sobre todo, estos momentos iniciales del cambio no sean tan complejos ni tan aterradores que te lleven a una situación de parálisis o de angustia total.

1. VISUALIZA TU FUTURO

Es importante detenernos a pensar cómo queremos ser o dónde queremos estar en el futuro. Un ejercicio muy adecuado es cerrar los ojos y visualizar cómo nos vemos en unos diez o quince años. La respuesta a este ejercicio debe ser integral y ojalá por escrito. Y entre más detallada y específica, mucho mejor.

Empieza por pensar en el ámbito emocional. Con quién te ves viviendo y compartiendo tu tiempo. Con quien quisieras mantener relaciones cercanas y cómo quieres que sean esas relaciones. Qué piensan tus familiares y amigos cernamos de ese yo futuro que estás visualizando.


Piensa también en el aspecto profesional. Qué cargo vas a estar desempeñando. En qué empresa o tipo de negocio te ves trabajando. Qué tipo de responsabilidades y equipo te gustaría estar teniendo. Qué títulos académicos habrás adquirido para ese entonces o qué conocimientos dominarás en ese futuro que estás creando.


No dejes de lado tu salud y tu aspecto físico. Cómo te sentirás. Qué podrás y serás capaz de hacer desde el punto de vista deportivo y de esfuerzos. Estéticamente que cambios te gustaría tener y qué aspectos quisieras conservar. Piensa qué querrás ver al reflejarte en un espejo.


Desde lo espiritual o del ser interior, en qué estado de madurez emocional te gustaría estar. Qué tipo de sentimientos te gustaría estar viviendo y que dominaran la mayoría de tus días. Qué grado de madurez esperarías haber alcanzado en aspectos que hoy te perturban o incomodan.


Incluso piensa cuánto dinero te ves ganando. Qué tipo de vida te vas a estar dando. En qué lugar vas a estar viviendo, tanto país o ciudad, como tipo de vivienda. A dónde pasarás tus vacaciones, que lugares del mundo habrás conocido. Qué auto, finca u otro tipo de activos y bienes te gustaría tener en ese plazo que te estás fijando.

2. Establece metas volantes


Una vez tengas tu futuro visualizado, con todos esos deseos y anhelos que te emocionan y te motivan, empieza a desglosarlos en metas cercanas y concretas. En pasos pequeños. En cambios que puedas implementar en el transcurso de un año.


Recuerda el adagio popular que dice ‘Divide y reinarás’. Eso es lo que debes hacer. Toma cada uno de esos sueños gigantes que visualizaste a diez o quince años y divídelo en una serie de pasos o hechos, cada uno de los cuales puedas alcanzarlo en un plazo no mayor a un año.


Escoge en total un número no mayor que cinco de estas metas y aplaza las demás. Enfócate en alcanzar dichas metas este año. No te preocupes, una vez las alcances podrás ir incorporando las demás actividades o metas que te propusiste para alcanzar ese estado soñado que quieres para ti.


No olvides escribir estas metas de una manera específica y detallada, para que sean unos verdaderos objetivos y no unos subjetivos. Que sean medibles y que estén acotadas en el tiempo. Ah, y una vez las tengas escritas, no olvides ajustarlos con la clave para la fijación de metas.

3. Diseña un plan de acción


Con la selección de esos cinco objetivos concretos y específicos, es hora de que establezcas un plan de acción. Detalla todas las tareas que debes o puedes hacer para asegurar que tienes tiempo realizar todo lo que te implica cumplir con tus objetivos.

Piensa en las cosas que debes comprar, los cambios que debes implementar, los aprendizajes que debes adquirir, los comportamientos que debes empezar a tener. Agenda momentos para realizar cada uno. Establece recordatorios, físicos o digitales, que te ayuden y potencien esas ganas que tienes ahora pero que quizás puedas ir perdiendo en un futuro.


Incluso busca y activa una red de ayuda o apoyo que no te deje decaer o que evite que procrastines cualquier actividad relacionada con el cumplimiento de tus metas.

4. Fíjate fechas límite

Finalmente, define una fecha límite para la realización de cada una de las actividades o tareas de tu plan de acción. Sé que parece complejo o incluso algunos pensarán que es innecesario, pero realmente la única forma de sacar tiempo para hacer eso que queremos y para lo cual estamos esperando el momento perfecto, motivo por el cual nos llenamos de excusas, es sintiendo la sana presión de cumplir con unas fechas límite que nosotros mismos nos estamos poniendo. Todo esto desde el entendimiento que lo que estamos es labrándonos nuestro propio futuro.


Lleva estas fechas límites a tu calendario o a tu lista de tareas, según te sientas más cómodo. Lo importante es que no las pierdas de vista y que el día a día del trabajo y tus ocupaciones laborales no hagan que sigas aplazando la construcción del futuro que quieres. Del futuro que visualizas para ti y para el cual debes empezar a trabajar desde ahora, porque el momento perfecto para hacerlo nunca llegará.


Saca hoy mismo, o a más tardar el próximo fin de semana, un rato para que realices este ejercicio. Verás lo mucho que te servirá para aclarar tus ideas y sueños. Tener este plan en blanco y negro potenciará no solo tus resultados sino tu sensación de felicidad y bienestar.


Ahora, si sientes que te estancas o que no es tan fácil como te lo decimos, no dudes en contactarnos para apoyarte. En una de nuestras mentorías individuales te podemos ayudar a afinar tu plan de vida y a transformarlo en acciones que puedas ejecutar poco a poco y sin llegar a abrumarte.

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