Nuestro cerebro no es capaz de atender dos asuntos, tareas o actividades al mismo tiempo. Por ello, cuando dos tareas demandan atención, no pueden realizarse al mismo tiempo.
La mayoría de las personas luchamos todo el tiempo con la necesidad de atender solicitudes simultáneas por múltiples canales de comunicación, lo cual nos lleva a adoptar un enfoque de atención compartida, terminando en la práctica de la multitarea o el multitasking. Desde el punto de vista coloquial, algunas personas dicen ser muy buenas para ello, especialmente las mujeres, mientras otras reconocen no ser tan exitosos al aplicarlo y hasta dudan de la veracidad de las primeras.
Pero desde el punto de vista científico, ¿es posible hacer multitasking? La respuesta corta es ‘no’. Obviamente que cualquier persona puede realizar dos actividades al mismo tiempo, siempre y cuando, al menos una de ella no demande atención de su parte. Esto puede ser porque la haga en automático – es el caso de las rutinas – o porque sea una actividad introyectada en su ser como caminar por un terreno plano o respirar.
Así, la mayoría de las personas, sino todas, pueden conducir su auto y hablar por teléfono al mismo tiempo; pueden bañarse mientras cantan una canción; y hasta pueden ver televisión y cenar. Como pueden ver, en todos estos casos al menos una de las tareas no requiere de nuestra atención porque la tenemos interiorizada o memorizada.
Sin embargo, las mismas situaciones pueden hacerse imposibles cuando estamos manejando en medio de una tormenta o por un camino lleno de huecos, cuando es una canción nueva la que queremos cantar y cuya letra no nos sabemos o cuando la cena que vamos a ingerir es por ejemplo un pescado lleno de espinas. Ahí las dos tareas empiezan a competir por nuestra atención y es en estos casos en los que la multitarea no existe. Pues la realidad es que la atención que se pone en cada una de estas dos tareas no es óptima, lo que puede resultar peligroso.
En nuestros trabajos, casi todas las tareas y actividades que realizamos requieren de nuestra atención, al menos si queremos hacerlas bien, y por ello es que no podemos ni debemos aplicar la multitarea. ¿O a quién no le ha pasado que se ha puesto a atender una llamada telefónica mientras escribe un correo electrónico y termina escribiendo sobre lo que está hablando o hablando sobre lo que está escribiendo? Pues a mí sí. Y muchas veces.
Al igual que en este sencillo ejemplo que les acabo de compartir, en ningún caso la multitarea arroja buenos resultados. El cerebro humano puede atender de manera consciente una sola cosa a la vez. Quienes dicen que son capaces de hacer multitasking, en realidad no lo están haciendo. Lo que hacen es forzar a su cerebro a cambiar su atención de un foco al otro, de una tarea a la otra, de un pensamiento al otro, de manera constante y permanente, generando un desgaste energético mayor y dedicando en total más tiempo para realizar ambas tareas de lo que les hubiera tomado hacer cada una de manera independiente.
El tiempo de intercambio de un foco al otro pueden ser segundos, o incluso microsegundos, pero el nivel energético perdido sí es muy alto y esto se traduce en una merma en la productividad, en una reducción en la calidad del trabajo realizado o, en la mayoría de los casos, en ambas. Además, produce grandes niveles de estrés y genera otro tipo de trastornos.
EL PODER DE LA ATENCIÓN
De manera contraria, cuando controlamos nuestra atención y nos mantenemos enfocados, nuestros niveles de productividad aumentan. Siendo capaces de obtener más y mejores resultados, dedicando menos tiempo a cada actividad. ¿No es esto lo que todos quisiéramos?
Por supuesto, en la vida diaria hay numerosos casos en los que se deben realizar tareas simultáneamente. No obstante, siempre que sea posible, solo se debe pasar a una nueva tarea tras haber completado la primera. Como lo comprueban numerosos estudios científicos, cuando se pasa de una tarea no completada a otra, a la mente le resulta mucho más difícil enfocarse en la siguiente.
Pero no solo es el nivel de productividad lo que aumenta cuando aumenta nuestra atención. Controlar nuestra atención y mantenernos atentos en una sola actividad nos permite hacer análisis más profundos y de situaciones más complejas de una manera más clara, y nos permite llegar a mejores reflexiones.
Enfocarse conscientemente en las tareas redunda también en una mayor capacidad para recordar y asimilar la actividad. Esto se aplica especialmente a las relaciones familiares: cuando se pasa tiempo con los hijos, dedicándoles una atención enfocada, se crean recuerdos más duraderos y los momentos se vuelven más significativos.
Asimismo, es más fácil relajarse ante el trabajo, puesto que siempre se está actuando con un propósito reflexionado; también desaparece la ansiedad y aumenta la satisfacción, mientras se es menos proclive a ceder a las distracciones.
Lo bueno es que alcanzar este estado, es decir, manejar o controlar nuestra atención, depende únicamente de nosotros. Y empieza con controlar todas aquellas cosas que nos distraen, para lograr aumentar la concentración y la focalización.
CÓMO LOGRAR ENFOCARSE
Por supuesto, no siempre es posible pasar un día entero concentrado en una actividad, pero sí es posible lograrlo durante periodos específicos del día, a fin de concretar los proyectos.
Hay cuatro acciones básicas que debemos seguir para lograr enfocarnos:
Seleccionar un foco – Decidir cuál es la tarea, situación o actividad que se quiere llevar a cabo.
Eliminar todas las distracciones – Adecuar el entorno en el que trabajaremos para evitar que se den las distracciones, pues es más nocivo y difícil gestionarlas una vez se presenten.
Concentrarse – Hacer un esfuerzo inicial para involucrarse en la tarea foco. Una vez lograda la concentración es más fácil gestionar la tarea.
Mantener el enfoque – A pesar de la ausencia de interrupciones, la mente puede divagar o cambiar el objeto de atención con relativa facilidad. Tomar conciencia de qué ocupa la atención a cada instante permitirá retomar la tarea cuando la atención se pierda.
Uno de los grandes desafíos actuales de todas las personas, es lograr mantenerse enfocado a lo largo de la jornada, gestionando una sola cosa a la vez. Para así, al final del día, tener la satisfacción de haber cumplido con todas las tareas que tenía por hacer, especialmente aquellas más importantes. Pero a todos nos ha pasado que tenemos algunos días en los cuales no nos queda un minuto y al final del día sentimos que hemos hecho mucho pero que no logramos nada. Y esto se debe a que con seguridad fuimos multitaskers y no logramos controlar nuestra atención.
“Todos tenemos días que se van volando y al final de los cuales sabemos que estuvimos muy ocupados pero que realmente no logramos nada.”
Y es que la atención es uno de los principales recursos que debemos gestionar si queremos ser productivos. Pues la cantidad de focos de atención que tengamos, está directamente relacionada con nuestro nivel de energía que consume nuestro cerebro, la cual repercute en la productividad que tengamos. Así, a mayor cantidad de focos de atención, mayor será la energía consumirá nuestro cerebro y por ende, menor será el nivel de productividad que tengamos.
Mantener la atención enfocada es posible con una estrategia y un entrenamiento adecuados. Dirigir la atención conscientemente puede aumentar el bienestar y la productividad de manera significativa. Hay que considerar que las tareas difíciles, que aportan valor sustancial, son las mismas que suelen ser aplazadas o relegadas puesto que representan un desafío y requieren una concentración que no es fácil de lograr. Las tareas más sencillas y menos redituables, por el contrario, pueden realizarse sin que demanden una mayor concentración y pueden terminar robando la mayor parte del día si no se está prevenido.
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